Los amortiguadores son uno de los elementos más importantes de la seguridad activa del automóvil, por eso deben de ser diagnosticado por verdaderos profesionales pero a continuación detallamos algunos síntomas que te pueden alertar de un deterioro de los mismos.
¿Prestamos la atención que se merece a la estabilidad en carretera de nuestro coche? Es una pregunta clave sobre la seguridad que proporciona un vehículo, y sin embargo son muy pocos los conductores que son conscientes de su importancia, hasta que por una situación comprometida se tiene un accidente o nos pegamos un buen susto.
La estabilidad de un coche, aparte de factores y elementos referentes a la conducción, tiene un actor principal…, los amortiguadores. Su efectividad viene dada por su estado, ya que se deterioran en función de los kilómetros recorridos, por las condiciones particulares del clima de la región, por la superficie por la que se circula (caminos, carreteras, trazados urbanos, etc.), la carga, las modificaciones que se hayan realizado en este (llantas o neumáticos), el estado de otros elementos de la suspensión y el tipo de conducción que se realice. Todo esto determina su duración y la de otros elementos mecánicos. Muchas veces desconocido, pero siempre esencial para el confort y la seguridad en nuestros desplazamientos.
Con los amortiguadores no ocurre lo mismo que con los neumáticos o con los frenos, en los cuales se va viendo cómo se desgastan para luego reemplazarlos. Pero lo que ocurre con los amortiguadores es que este elemento no se suele tener en cuenta en caso de tener que realizar su sustitución periódica en el vehículo. Es habitual que la mayoría de los problemas “salgan a la luz” en una revisión por parte de un profesional al tener que quitar alguna rueda o al elevar el vehículo. También puede detectarse directamente su mal estado en una prueba dinámica de conducción en la que se haya observado un rebote, inclinación o cabeceo excesivo al frenar, comportamiento anómalo en curva o porque su estado ya sea tan malo que el conductor lo haya percibido.
Así que mucho ojo, porque su deterioro es progresivo según se van sumando kilómetros. Alrededor de los 80.000 se recomienda su sustitución con revisiones aconsejadas cada 20.000 km.
Cómo detectar los problemas de desgaste
Lo normal es que, con el paso de los kilómetros, el aceite que hay en su interior se vaya deteriorando por el uso y el tiempo. Este líquido pierde sus cualidades disminuyendo su capacidad de absorción de las irregularidades de la carretera, provocando constantes rebotes y por consiguiente, la falta de adherencia de los neumáticos con el asfalto. Además de disminuir la estabilidad del vehículo en frenadas y curvas.
Otro signo del mal estado de los amortiguadores se observa cuando vemos fugas de aceite en el exterior: manchas oscuras y húmedas que van empapando el cuerpo del amortiguador y que, con el tiempo, se van recubriendo de suciedad y tierra. Suelen producirse cuando se llega a los kilómetros recomendados de sustitución, aunque puede que aparezcan antes y en un solo amortiguador. Estas fugas de aceite, si son de poca cantidad, no suelen representar ningún problema, sobre todo si aparecen al principio de la vida del amortiguador. En este caso hablamos de un exceso de aceite en su fabricación. Las fugas por deterioro, las que debemos controlar, se ocasionan por un mal estado o rotura de los retenes del cuerpo del amortiguador. En este caso es necesario sustituirlo y normalmente suele ser necesario cambiar el par del mismo eje, ya que su eficacia tiene que ser pareja.
Una deformación de la banda de rodadura de los neumáticos es otro signo del posible mal estado de los amortiguadores. Se debe al constante rebote de la rueda sobre el pavimento, por la pérdida de rendimiento o el mal estado de ellos. Todo esto ocasiona un desgaste desigual de los tacos de los neumáticos o un escalonamiento de diferentes zonas de estos. Si esto es muy acusado, se produce un ruido constante al rodar que se suele confundir con el sonido de un rodamiento de rueda en mal estado. Estos desgastes suelen aparecer casi siempre en los neumáticos del eje trasero, ya que siguen la misma dirección, no tienen la movilidad de los neumáticos delanteros y su geometría es diferente a estos. Su disposición en este eje tiene menos tara, ya que no tienen que soportar o trabajar con el aumento de peso provocado por la inercia en la frenada. Cuando sucede esto es necesario cambiar tanto los amortiguadores como los neumáticos.
Un mal estado de los amortiguadores repercute en los elementos instalados a su alrededor. Además de en los neumáticos, como ya hemos visto, también influyen sobre los rodamientos de rueda, sobre los diferentes soportes de la suspensión o soportes de motor? Y por supuesto en los frenos, ya que tienen que realizar un esfuerzo mayor para frenar si sus amortiguadores no absorben bien la transferencia de peso. Las rótulas de dirección, las de suspensión o los bujes de los brazos de suspensión son otros elementos que sufren por el mal estado de los amortiguadores.
Confíanos su diagnosis y te asesoraremos con toda nuestra amplia experiencia.
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